Subscribe:

Solucionando conflictos con tus hijos.

El conflicto y las dificultades del día a día forman parte de la educación. No podemos olvidar que cuando educamos estamos ante un ser humano con sus propios intereses y necesidades. Tu hijo quiere jugar y tú que se duche; tu hijo quiere ver un poco más la tele y tú, que se acueste. Cada una de las partes implicadas persigue objetivos diferentes, y puesto que somos los adultos quienes controlamos la situación, deberemos intentar que cada vez que se acerquen a aquello que deseamos conseguir les sea beneficioso.
En todo este proceso es fundamental que no vivas el conflicto como una lucha armada contra tu hijo. No se trata de ver quién gana o quién puede más, pues a rabietas es posible que nadie venza a tu hijo. Cuando pretendemos que el otro haga lo que nosotros queremos a toda costa, lo más probable es que utilicemos cualquier método para conseguirlo como gritar o agredir, y eso no es bueno para nuestro hijo ni para la relación que queremos establecer con él.
Ten en cuenta que el conflicto es lo que nos permite encontrar soluciones y madurar.
En muchas ocasiones no es fácil aceptar que nuestro hijo se oponga, pues a veces lo vivimos como un desafío a nuestra autoridad. Relájate; la mayoría de las veces dice que NO como un juego, para ver qué pasa. No lo vivas como una forma de enfrentarse a ti.
Tu hijo no siempre va a obedecer a la primera; le llevará un tiempo aprender a obedecer en función de las consecuencias que tengan sus acciones. Si él te dice que NO y a ti te hace gracia, seguirá negándose a hacer lo que le pides. Y si te pones a su nivel, exigiéndole a toda costa que obedezca, lo más probable es que te encuentres con una persona mucho más cabezota que tú, que se mantendrá en sus trece hasta que tú cedas. Por eso es importante aprender a aceptar la negación de nuestro hijo (no significa dejarle hacer lo que quiera) y no vivirlo como una derrota personal.
Carece totalmente de sentido (y no es eficaz) correr detrás de él para que se siente a la mesa o arrastrarle para que se meta en el baño. Tu hijo aprenderá que las órdenes son un juego de perseguir y, normalmente, ellos juegan mejor.
En algunas familias se ha entrado en la dinámica de utilizar la fuerza física para que el niño obedezca. En cuanto se da una orden («es hora de bañarse», por ejemplo) el niño empieza a correr por toda la casa, riéndose a carcajada limpia (para él es un juego) y el padre empieza a correr detrás de él para atraparle, cada vez más enfadado.
Al final entramos en la provocación del niño, convertimos las órdenes en una lucha y eso no es educar.
Ten en cuenta que la fuerza física se agota y aunque es cierto que, en ocasiones, no queda más remedio que coger al niño para evitar situaciones peligrosas, debemos intentar utilizar estrategias que enseñen al niño a obedecer sin necesidad de que tengamos que forcejear con él para quitarle la ropa o atraparle en mitad del
pasillo para meterle en la bañera. Podemos enseñarles a comportarse de otra manera con estrategias más positivas y eficaces.
• Recuerda que todo lo que hagas, digas y compartas con tu hijo debe estar lleno de afecto. Una norma expresada con autoridad puede también ir llena de afecto. Dile que le quieres, abrázale, bésale...

0 comentarios:

Publicar un comentario

¿Y tu que opinas?

¿PREGUNTAS?

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *