Saber en cada momento lo que va a suceder nos permite sentirnos más seguros.
Anticipar que ahora vamos a comer o irnos a la cama permite al niño desarrollarse
en un entorno organizado que le ayuda a estructurar su mente y su comportamiento.
Por eso, un buen comienzo para conseguir que nuestro hijo asuma responsabilidades
y no proteste por todo es organizar el tiempo, es decir, hacer un horario que
recoja cómo está organizada nuestra vida familiar.
Este horario no puede ser común para todas las familias pues las circunstancias
son muy diferentes como también lo son las preferencias. A lo largo del día deben quedar recogidos los tiempos para comer, para dormir y para asearse como
hábitos básicos en el desarrollo del niño. Pero también son importantes otros tiempos
dedicados al juego, a las relaciones con los demás, al deporte, etcétera.
El tiempo se aprovecha más y mejor cuando uno está organizado. En ese horario
también puede quedar recogido, siempre que sea posible, un reparto de responsabilidades.
Mientras uno de los padres prepara la cena, el otro puede bañar al
niño. Cuando tenemos varios hijos, podemos alternarnos con nuestra pareja para que
cada uno se ocupe de un niño en los momentos de aseo o de ir a la cama.
Así, si hoy bañas al pequeño mientras tu pareja acompaña al mayor, mañana puede
hacerse a la inversa. En estos casos es importante que se respeten las mismas
rutinas y consignas. Si tu pareja permite que vuestro hijo mayor se enjabone la cabeza
él solo, hazlo tú también de esta manera. El niño sabe que está con vosotros, pero que
las cosas se hacen independientemente de si está con su padre o con su madre, y eso
favorecerá enormemente la autonomía y la consolidación de cualquier norma.
Esta organización, costosa cuando nunca la hemos puesto en práctica, nos
permite sentir que controlamos el tiempo, aunque estemos continuamente ocupados.
La mayoría de los padres tenemos la sensación de que todo va muy rápido.
Estamos deseando acostar a los niños para recoger un poco, preparar las cosas del
día siguiente, hablar de nuestras cosas, cenar, etc. Esa ansiedad suele llegar a los
niños que, por ejemplo, viven el momento de ir a la cama como «se quiere deshacer
de mí». El horario contribuye a eliminar esta tensión, siempre que lo vivamos como
una ayuda y como algo que nos permite mantener una relación más relajada con
nuestros hijos.
Lo más probable es que ellos protesten menos con una buena organización y
eso relaja a cualquiera.
Algunas consideraciones sobre los horarios:
• Cuida especialmente los momentos de alimentación y descanso. Cuando un
niño ha comido y dormido bien, está mucho más tranquilo y feliz.
• El horario debe cubrir principalmente las necesidades de los niños y no supeditarse
a las del adulto. Si tu hijo necesita dormir diez horas, debes asegurarte de que se acuesta a la hora que le permite descansar ese tiempo. Y si ese día no puede
ver a su padre/madre porque vuelve tarde del trabajo, pues no pasa nada, le verá al
día siguiente.
• El horario debe respetarse. Es cierto que debemos ser flexibles con el tiempo
y no agobiarnos cuando se modifica, pero no podemos dejar que el horario dependa,
por ejemplo, de nuestro estado de ánimo. Si solemos acompañar a los niños
a la cama en torno a las nueve y hoy estamos muy cansados porque hemos tenido
un día duro, no podemos cogerles sin más y meterles en la cama una hora antes; ni
permitirles que se queden hasta las diez porque hoy nos apetece jugar con ellos.
Si les «enseñas» que el horario se puede cambiar porque sí, entonces ellos también
«exigirán» esos cambios cuando les apetezca.
• Es importante que el horario esté consensuado y sea respetado por todos.
Los niños deben aprender que determinadas cosas se hacen independientemente
del adulto que esté con ellos.
• Anticipa a los niños el cambio de actividad. El horario es una ayuda siempre
que no funcione a toque de corneta. Es necesario que el niño conozca con un mínimo
de antelación lo que va a suceder después. Ten en cuenta que tu hijo pequeño
no entiende ni de horas ni de relojes y que eres tú quien va poniendo ese conocimiento
con las rutinas. Y es normal que no deje los juguetes y salga corriendo al baño a
la hora que has fijado. Necesita que le avises que vais a bañaros con un poco de anticipación.
Basta con que le digas: «Dentro de un ratito vamos a bañarnos» y se lo recuerdes
una vez más con alguna otra instrucción: «Vamos a bañarnos dentro de poco;
es hora de recoger los juguetes».
• Intenta que el horario incluya un tiempo para ti y para tu pareja. Seguramente
te parece imposible; a veces no se cuenta con suficiente ayuda y las demandas de
los niños son muchas. Pero si hay un tiempo organizado en el que tu pareja juega
con tu hijo, a lo mejor puedes ponerte a leer un rato o hacer algo que te apetezca.
Y si podéis tener un rato después de acostar a los niños para charlar y estar juntos,
pues mucho mejor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario
¿Y tu que opinas?