![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBMMirHkQVgTkZnqTv_ucTD0vsBRz9G4JYPXFFM6CllNx8dFIQOOY4P7fmlMEeSpi8dHDk3NrJS9nl4Tu1x2PAz7H-yKr6U9RBLHheJFQ8uawAq_KKc-zZjVX4hbKUhYFW7WIo8WpmQMY/s400/ENSE%25C3%2591ANDO.jpg)
• Estilo autoritario. «Las cosas se hacen porque lo digo yo». En este caso existen normas muy claras y consecuencias muy dañinas si no se cumplen.
La agresión verbal o física suelen estar presentes en este estilo y el niño aprende a hacer caso
a aquella persona que impone la autoridad, pero no aprende a realizar las conductas
adecuadas.
Si actúas siempre de forma autoritaria, tu hijo no aprenderá a distinguir
entre lo que está bien y lo que está mal, porque todo depende de tu criterio.
Es posible que crezca con miedo y con falta de iniciativa.
• Estilo permisivo. «Haz lo que quieras, me da igual». En este caso no hay normas,
aquí todo vale. Da igual a qué hora se coma o lo que se coma, si hay que jugar
de una determinada manera, si se puede poner la tele cuando uno quiera... Lo
importante es que no se moleste. El niño que vive este estilo parental no tiene límites
porque está acostumbrado a hacer lo que le parece.
Si actúas siempre de forma permisiva, tu hijo aprenderá rápidamente que
puede hacer lo que le viene en gana y no atenderá a razones ni a normas
cuando trates de imponérselas. Posiblemente se convierta en una persona
poco responsable, evitará el esfuerzo y será bastante infantil.
• Estilo sobreprotector. «No hagas eso que puedes hacerte daño». Cuando
adoptamos este estilo optamos por proteger a nuestro hijo impidiendo que realice cosas
que podría hacer por sí mismo. Nos encargamos de vestirle o de ducharle, porque,
según nosotros, él no sabe. Pero también hacemos lo posible para que no llore,
no se disguste o no le vayan las cosas mal. El niño en ambiente sobreprotector espera
que se lo den todo hecho y difícilmente puede afrontar las diferentes situaciones
de la vida diaria por sí solo. Siempre necesita que haya un adulto cerca.
Si con frecuencia actúas de forma sobreprotectora, tu hijo no aprenderá a
hacer nada por sí solo, dependerá siempre de ti. A estas edades, lo más
probable es que tu hijo crezca rodeado de miedo e inseguridades. Más adelante
puede rebelarse contra todo aquello que tú consideras adecuado.
• Estilo democrático. «Voy a enseñarte a que te desenvuelvas por ti mismo».
Bajo esta forma de entender la educación el padre o la madre saben que pueden
contribuir a que su hijo se desarrolle plenamente y para ello son necesarios unas normas,
límites y rutinas que le ayuden a organizarse y le permitan ser cada vez más autó-
nomo. El niño aprende lo que tiene que hacer porque le han enseñado a hacerlo.
Si actúas de forma democrática, tu hijo sabrá distinguir las conductas adecuadas
de las que no lo son, independientemente de que le premies o
castigues por ello. En general, será una persona segura de sí misma, con
capacidad para opinar y tomar decisiones.
Ninguno de estos estilos suele darse en estilo puro. A veces educamos de forma
autoritaria, otras permisiva... Y en ocasiones encontramos en un mismo hogar diferentes
modos de tratar a los niños. Estas situaciones pueden generar bastante confusión
pues no damos la posibilidad de que el niño aprenda a qué debe atenerse.
Algunos padres admiten que su estilo autoritario está reforzado porque les da
buen resultado. Han descubierto que un grito a tiempo consigue que sus hijos se estén
quietos. Otros padres dicen que ya no pueden más, que se sienten demasiado
cansados para poder ejercer algún tipo de influencia sobre sus hijos y que por eso
optan por el estilo permisivo. En otras familias la situación de sus hijos, por ejemplo
haber vivido una larga enfermedad, les ha «obligado» a sobreprotegerle.
Las consecuencias negativas de los tres primeros estilos educativos son muy
evidentes. No se trata de tirarse de los pelos si te has sentido identificado/a con alguno
de ellos, sino de reconocer las implicaciones que en la educación de tus hijos
tiene el hecho de que optes por ser autoritario, permisivo o sobreprotector. Sobre
todo porque queremos mantener relaciones adecuadas con nuestros hijos y que
éstos logren la autonomía que necesitan para sentirse seguros y felices.
A lo largo de estas páginas encontrarás pistas y estrategias que te ayudarán
a fortalecer el estilo democrático, con el cual podrás empezar a vivir la relación con
tu hijo de una manera más relajada. El objetivo es dejar de ser la persona que controla
el comportamiento del niño, para convertirnos en su entrenador, en alguien que
le ayuda a fortalecer las habilidades que necesita para desenvolverse sin problemas
en la vida y todo ello desde el cariño y el respeto mutuo.
0 comentarios:
Publicar un comentario
¿Y tu que opinas?